El pasado 28 de junio de 2018, resultó ser un día muy especial para mí y os preguntareis ¿por qué?
Llegó mi graduación; un día lleno de emociones, recuerdos, y miles de historias compartidas que después de dos años quedarán grabadas en nuestras mentes y nuestros corazones.
En este momento, me viene a la cabeza uno de los mucho instantes especiales que viví con una inmensa emoción en mi interior; el inicio de curso y nueva etapa en mis estudios. Fue a mediados de septiembre de hace dos años y significó el inicio de un nuevo reto. Justo empezaba un camino que sabía que no me iba a resultar fácil. De hecho ni siquiera era muy consciente de dónde me llevaría. Pero ¿cómo iba a renunciar a la que era mi aspiración, un posible proyecto de futuro de vida?
En ese momento, no sabía hacia donde me dirigía, era un mar de dudas, dado que miles de preguntas me asaltaban, ¿estoy haciendo bien?, ¿me estoy dejando llevar demasiado por aquello que me gusta?
En definitiva, valorando “pros y contras” de ese cambio que tenía frente a mí, decidí que quería estudiar algo que me permitiera ayudar a las personas.
El año anterior, había estado realizando un curso de “Artes Graficas” en un colegio donde se da una opción de salida a personas con” Necesidades educativas especiales “. Allí, conocí a muchos compañeros a los cuáles pude echar una mano, ya que la mayoría tenían más dificultades que yo. A mitad de curso, vino a realizar unas prácticas un estudiante de “Atención a Personas en Situación de Dependencia”. Me sorprendí, aquello era nuevo para mí! Nunca había oído hablar de eso. Le pregunté donde había estudiado y me informó que se trataba de un grado medio que él llevaba a cabo en el “Instituto Bonanova de Barcelona” . Fue entonces cuando le pregunté si ese instituto estaba adaptado para poder acceder con silla de ruedas. El creía que sí lo estaba aunque nunca había pensado en ello, de nuevo pregunté si tenía la web del centro para poder informarme sobre las asignaturas que iba a tener si me apuntaba a ese insti y cómo funcionaba. Me surgió otra pregunta más y sin dudarlo se la formulé, ¿crees que yo podría llegar a hacerlo? Y otra más ¿crees que se me daría bien? Y su respuesta a mi pregunta fue: “por supuesto, por lo que he visto ayudas de manera vocacional a tus compañeros, ¿ cómo no se te iba a dar bien?, creo que hacen falta personas como tú, que tengan vocación de ayuda. Acto seguido me apunté la web y aquella misma tarde allí estaba yo frente a mi ordenador buscando información.
Luego, llegó la reacción de mis padres. Mi madre se encontraba en la cocina, y mi padre estaba también por allí, me acerqué y solté: Tengo algo que contaros, he estado hablando con “Miguel“, el chico que está de prácticas en el colegio. Como ya sabéis, yo disfruto ayudando a los compañeros de clase, a mi me gusta ayudar a las personas y creo haber encontrado un camino que me entusiasma. Ambos me miraron con cara de asombro pero esperando que siguiera con mi razonamiento… pienso que me gustaría estudiar lo mismo que Miguel. Mi madre me dijo con la lógica inquietud de unos padres implicados en el futuro de sus hijos … ¿Estás segura de lo que quieres hacer? Si es así, adelante, persigue tus sueños, tú puedes conseguirlo. Mi padre también apoyó la idea aunque fue más cauto para expresarlo.
Recuerdo perfectamente el maravilloso y emocionante momento en el que recibí la llamada de mi madre para comunicarme que estaba admitida en el instituto Bonanova… Mi sueño se cumpliría, me daban la oportunidad de llevar a cabo mi vocación, esa de la que tantas veces os he hablado… Con este articulo me gustaría agradecerles infinitamente a todas las personas que han sido capaces de ver posibilidades en mi, tal y como yo las veía.
Natalia Managuerra 